martes, 18 de diciembre de 2007

Órganos vitales

El ser humano del género masculino presenta una amplia batería de recursos que nos facilitan el raciocinio, que nos permiten dilucidar qué hacer y cómo reaccionar ante las más variadas situaciones y que hacen posible que tomemos decisiones.

Se trata de un conjunto de órganos de los que disponemos, a saber: el cerebro (popularmente llamado coco: interviene en momentos en los que la lógica y el análisis deben imperar), el estómago (nos permite tomar decisiones guiados por la intuición), el corazón (para solventar esas dudillas en las que el sentimiento es lo primero) y –con perdón- el pito (guía indiscutible en muchos otros momentos de nuestras vidas)

Normalmente estos órganos tienden a formar un conjunto armónico, en el que se complementan entre ellos y se turnan en su protagonismo según sea la decisión a tomar. Que el asunto es de negocios pero no hay información fiable, pues nada, el estómago saca pecho y decides por intuición. Que resulta que estás completamente enamorado, pues qué se le va a hacer: apuestas por la relación y compras ese anillazo a pesar de que los números de la cuenta corriente que maneja tu cerebro te indiquen que el descubierto está cerca. Y así todos los días.

El problema surge cuando te enfrentas a una situación en la que dos de los órganos no se ponen de acuerdo sobre quién es el encargado de tomar la decisión. Ahí la hemos jodido, sí señor. Y la probabilidad de cagarla se dispara.

Pero es lo que hay. Hay que jugársela.

Es la salsa de la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que mal la informacion