viernes, 8 de diciembre de 2006

Promesas fallidas

"Te prometo que trataré de mejorar, que me esforzaré más para que esto no vuelva a suceder. Te quiero y sólo quiero trabajar para verte siempre esa sonrisa que tanto me gusta"

Las palabras cayeron como un mazazo en su cerebro. El hecho de que su transmisión se hubiese producido por el medio escrito le asqueaba aún más. Sonaba a declaración jurada, a contrato privado entre las partes, a acuerdo de sumisión y esclavitud.

Las palabras le transportaron a su pasado. A ocho largos años de sometimiento emocional y acatamiento de los sentimientos ajenos. A años de medir cada acción, cada mensaje con el objetivo de minimizar cualquier reacción explosiva. Esa reacción en cadena, esa fisión nuclear que había bombardeado y finalmente herido de muerte su relación.

Hay un difícil equilibrio que es necesario mantener entre lo que uno piensa en sí mismo y lo que se quiere entregar al prójimo. El equilibrio se ha de alcanzar (ellos lo habían hecho) y mantener (ahí estaba su reto).

El desequilibrio los condujo al alejamiento y a una falta de respeto asimétrica. Y hoy cada uno evoluciona en una punta opuesta del planeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es bueno juzgar a unos por las acciones de otros,porque lo mismo dicho en dos bocas distintas puede tener significados absolutamente diferentes. No es justo oír la voz de unos, escuchando la de otros.