domingo, 21 de enero de 2007

El lenguaje secreto de las cosas

Tengo prohibido revelar los misterios que esconde su elaboración. Ni siquiera mi madre, mi maestra frente a los fogones, sabe las proporciones exactas. Su conocimiento se transmite por el medio oral y la práctica al alimón en sesiones continuas de formación en la cocina.

Sólo preparo las natillas de casa a la gente que quiero.

Metidos en la cocina, como en la vida, los manjares se construyen poco a poco. Los mejores a fuego lento. Con un buen chup chup. Y como sucede con muchas cosas del día a día, hay recetas que, sin necesidad de las palabras, son capaces de comunicar.

Las natillas nos hablan. Fíjate bien. Sólo hay que darles cariño constante mientras se cuecen: no parar de darles vueltas con la cuchara de palo. Si no, se pegan y se echan a perder. Pero a cambio nos dicen cuando están listas. ¿Lo ves?. Cuando la telilla blanca que las recubre desaparece es momento de retirarlas del fuego.

Cada cosa tiene su lenguaje. ¿No te das cuenta?. A veces no te hablo, pero te estoy diciendo muchas cosas.

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