jueves, 8 de marzo de 2007

La escultora con nombre de dulce

Sus íntimos y más allegados, aquellos que forman la primera capa de la cebolla que recubre este gran corazón, utilizan el nombre de un blanco y dulce elemento para referirse a ella.

Sufre hiperactividad contagiada (de la primera capa de cebolla) y a su vez ella la inocula a su alrededor. De igual forma, ella contagia su risa a los demás y les inocula su buen humor a menudo transformada en una "Misis planes". Esculpe sonrisas con la fuerza de sus palabras en las caras de los que están cerca suyo y piensan que más bajo no se puede ir. Por eso, a veces sucede. Pasa y piensas que no puede ser. Pero ocurre: una situación dramática salta por los aires y se volatiliza, un muro de tristeza se derrumba bombardeado por decibelios de carcajadas. Es inaudito. Hay que verlo para creerlo.

Terca como una mula, se mete demasiadas veces, y demasiado a fondo hay que decir, donde no la llaman. En esas situaciones cae, porque tiene que caer. Porque su corazón es más grande que su cabezota. Las lágrimas también saben pasearse de vez en cuando por sus mejillas.

Perfeccionista al límite. En el abismo de lo racional. Muy lista, la muy cabrona. Pero la chica escultora de sonrisas sigue erre que erre y llega y transforma tu día.

Tenemos suerte los que podemos cobijarnos cuando lo necesitamos a la sombra de la escultora con nombre de dulce.

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