domingo, 13 de mayo de 2007

Por si un día ese libro se extravía

Acababa de ventilarse las primeras páginas del último lanzamiento de una de sus autoras favoritas, la historia de una pareja que descubre un pasado lleno de sucesos comunes entrelazados. "Es que cuando leo a ésta me corro de gusto", había llegado a decir a colación de la susodicha escritora.

Entonces alguien le recordó que no tenía un pasado común con quien ahora compartía la mayoría de su tiempo, como sucedía con los protagonistas de la novela. Que su fortuito encuentro se había producido ya entrada la edad adulta y que con anterioridad a ese momento no había habido ramas de vivencias entrelazadas. Ni vericuetos del camino que hicieran que las sendas se encontrasen. Tan sólo podían compartir el recuerdo de dos vías paralelas trufadas de experiencias, eso sí, muchas de ellas coincidentes (aunque salvando las distancias). Y eran esas coincidencias la base de la fuerza que inexplicablemente les unía, porque el destino había labrado sus caracteres a base de golpes similares, de heridas en los mismos lugares.

Sí, sus caminos se habían encontrado. Y por delante senda pero no destino. "¿Qué más da? Ya hemos podido comprobar que el camino puede dar tantas satisfacciones como alcanzar el final del trayecto", se consolaron.

Unos días más tarde acabó de pulirse las casi 1.000 páginas del tocho. Entonces pudo leer una escueta frase, escrita a mano, justo al ladito del FIN correspondiente.

"¿Te gusta conducir?"


Recodo del trayecto entre Brasov y Sighisoara, en el epicentro de Transilvania. Mayo de 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quién sabe si las líneas paralelas tienen vocación de perpendicular, o al menos de tangente... Bonita senda la de la foto.