lunes, 27 de noviembre de 2006

Destino Lisboa


Hay ciudades contundentes y bellas a primera vista, que impactan y enamoran de inmediato. Hay ciudades de una sola dimensión, que son fáciles de comprender.

Lisboa no es ninguna de ellas.

Lisboa se bebe tacita a tacita. Se saborea con el tiempo porque cada sorbo se nota diferente. Cada día tiene un matiz especial o un rincón nuevo en el que no habías reparado antes.

Yo he aprendido a querer a Lisboa con los años. Como debe ser.





La versatilidad de Lisboa tal como se aprecia
desde las ventanas de la Rua das Chagas

Postdata: si alguien quiere versión electrónica full del Estambul de este súper collage que me lo diga y lo envio. Tiene la particularidad de haber sido elaborado artesanalemente por un servidor a las 7 de la mañana de hoy y a 10.000 metros de altura rumbo a la desembocadura del Tajo.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Ligereza y provisionalidad

Hay una novela de Isabel Allende, no muy conocida, eclipsada por otros de sus grandes éxitos, que transmite un mensaje para mi importante. El libro se titula "El Plan Infinito", y es de los que tienen "travesía del desierto" en las primeras 50 páginas. Hay que hacer un esfuercillo.

Gregory Reeves la protagoniza. Es un hombre que pasa su vida, y la mayoría de la novela, de un sitio a otro. Sin rumbo fijo y ligero de equipaje para facilitar su movilidad. Le gustan las flores y por eso no le queda más remedio que tenerlas plantadas en unas carretillas que hacen las veces de macetero. De este modo, las lleva consigo allá donde fuere.

Hace un mes me mudé de nuevo. Desde que cumplí los 18 nunca he vivido en el mismo sitio más de 4 años seguidos. He pasado tiempo con la aristocracia, los estamentos militares, el mundo de los conquistadores y del arte. Duquesa de Orleans, Capitán Arenas en Barcelona. General Oraá, Nuñez de Balboa a varias alturas, Claudio Coello. Breve paso por las Historias de Filadelfia. Ahora en Lagasca, antes de irme a una ciudad italiana.

Esta última mudanza me permitió comprobar que a mis 38 años todas mis posesiones físicas, todas las pertenecias materiales de las que dispongo en este mundo caben en 6 maletas de reducidas proporciones. Eso es todo. Ropa, fotos, objetos personales. (Bueno trampa: me faltan los libros que estoy luchando por recuperar). Con eso he vivido y vivo toda mi vida. Por necesidad, no me ha quedado más remedio que pecar y celebrar dos jornadas orgiásticas en IKEA, "volviendo a conquistar mi vida" como reza su slogan, muy al pelo de mi vida. Y ya tengo alguna propiedad más que espero poder mantener, sin que nadie me la arrebate, el resto de mi vida.

Darme de morros con la realidad de que, en el fondo, voy por la vida ligero de equipaje, de que, como Gregory, voy un poco de un lugar a otro, lejos de causarme desasosiego, me generado una sensación de bienestar.

Hace unos meses hablaba con el Director General de una empresa y amigo, que me decía que en en el medio año anterior se habían deshecho de 100 millones de euros de activos de la compañía. Habían liberado caja del balance por esa importantísima cantidad. Caja para acometer nuevos proyectos que permitieran a la empresa generar valor. 100 millones que pasaron de ser un lastre que mantenía a la empresa atrapada a ser motor de crecimiento. He podido comprobar además, no sólo en esa empresa sino en otras, que el ejercicio de aligerar de cargas innecesarias el balance (en inglés algunos lo llaman "asset productivity") es en extremo sencillo. Basta con preguntar a la organización continuamente "Y esto, ¿para qué se necesita?".

Una empresa ligera de equipaje es más ágil. Se puede mantener en una situación de provisionalidad contínua. Reivindico la acepción positiva del término "provisionalidad". La provisionalidad imprime cierta tensión. Y la tensión permite reaccionar de forma rápida ante los cambios del entorno y los movimientos de la competencia. La necesidad de rápida reacción exige alforjas ligeras. Que permiten mantener la tensión...


En las últimas páginas de El Plan Infinito, Gregory encuentra finalmente su rumbo. Después de mil tribulaciones recala en un lugar permanente. Y planta sus flores en tierra firme.

Quiero tener maceteros permanentes para mis plantas. Pero también saber, que lo que realmente me importa me cabe en seis maletas. Quiero tener la tranquilidad de que, si es necesario, puedo avanzar ligero a una nueva etapa de mi vida. Al fin y al cabo, las flores se pueden trasplantar.

Postdata aclaratoria:
1) Me ha hundido en la negra miseria el comentario de Óscar. ¿Cómo que no sabes qué es Wharton?. El próximo viaje en vez de Australia, a los Estados Unidos. Wharton es la más prestigiosa escuela de negocios del mundo mundial. Pertenece a la Universidad de Pennsylvania y está en Filadelfia.
2) Mi cuñado me recriminó ayer que mis posts son demasiado sentimentales. Cómo buen ingeniero de telecomunicaciones le suena un poco a chino. Intento rebajar la carga emotiva. Pero siempre, en algún lugar, hay una ligazón entre el mundo pragmático que nos rodea y los sentimientos de las personas. Y me gusta poner ese eslabón de relieve.

domingo, 19 de noviembre de 2006

Sueños y realidades



I

Hoy releo con avidez y una sonrisa marcada en la cara un documento familiar histórico. Matizo: un documento histórico. Bueno, sí: es familiar. Lo escribió mi tío Ramón. Pero también es histórico porque creo que es único.

Se trata en apariencia de algo mundano carente de interés alguno. Un folleto, a todo color, de venta de una promoción de viviendas, el Parque Residencial Alpicat, un pueblo a 6 kilómetros de Lérida (la ciudad que me vio nacer). Un conjunto de casas unifamiliares alrededor de un bonito jardín con piscina.

Transcribo algunos párrafos respetando absolutamente la literalidad del texto original:

"Hemos creado un ambiente de silencio, situándonos en una zona rural "Alpicat" donde todavía podemos contemplar el vuelo indeciso de las codornices, la danza de la naturaleza en una puesta de sol y el temblor del paisaje a mediodía"

"El ambiente del grupo residencial roza la hierba espinosa de los canales de riego, respira el perfume de los árboles frutales y se eleva a un cielo puro, cobrando vida y vibrando plenamente con la tierra y con las peras limoneras"

"SALÓN, COMEDOR y SALAS DE ESTAR en comunicación directa con los jardines interiores privados, donde la vida familiar, en contacto directo con la intimidad de la naturaleza, puede transcurrir en todo su encanto contemplativo. Por esta proyección de espacio creado hacia el hombre, podemos beber todo el encanto de las juergas de una vida íntima, donde el amor se renueva, se impone la intimidad, la naturaleza se desencadena, libre de toda indiscreción social".

Este era el sueño de mi tío Ramón. Una genial idea. Genial y visionaria: en la segunda página del folleto se puede leer la fecha de publicación. 1968.

II

En el mundo de los negocios, los sueños son la visión y la realidad viene marcada por la capacidad de ejecución.

Hace unas semanas, el dominical de El Mundo publicaba una entrevista con Jesús Encinar. Jesús es el director de http://www.idealista.com/, un portal de intermediación inmobiliaria que recomiendo (me permitió encontrar mi actual apartamento de alquiler a la primerísima), tiene un blog muy interesante (http://www.jesusencinar.com/) y es graduado por Harvard (punto oscuro de su pasado, que yo, como buen ex alumno de Wharton tengo que recalcar, pese a que hoy me encuentre en la ciudad de Boston para celebrar un desayuno con futuros graduados de la escuela). De dicha entrevista me llevé algo, que aunque parece obvio, es muy necesario recordar siempre: lo importante para el éxito en el mundo de los negocios no son las grandes ideas, sino la capacidad para implantarlas. Y Jesús recordaba el año 2000 en el que sólo en el mercado español se lanzaron decenas de portales inmobiliarios. Hoy, el suyo, es el líder del mercado y la mayoría de sus competidores se han quedado en el camino. Lo que le llevó a donde está: el diferencial en capacidad de puesta en marcha con respecto a sus competidores, no la originalidad de la idea.

Mi vida profesional me permite tener acceso a muchos responsables de negocio. Cada uno con su cultura y con su estilo de gestión. Pero puedo corroborar el punto de Jesús. El denominador común de los que tienen éxito es su habilidad de gestionar los recursos, de motivar a las personas y de seguir con detalle el progreso de los planes hasta conseguir que las ideas se transformen en algo palpable. En resultados.

III

Tengo un recuerdo de principios de los 70, siendo yo un niño. Guardo con nitidez en mi cabeza las imágenes de un paseo con mis padres entre paredes de ladrillos de un edificio sin acabar. Una obra abandonada. El fracaso del Parque Residencial Alpicat.

Mi tío Ramón mezcló los negocios con las emociones y la poesía con la arquitectura. Y le salió mal. Hay elementos que, como el agua y el aceite, no interaccionan bien. Se adelantó a su tiempo con una idea que luego ha triunfado por doquier. Tuvo una visión de genio de los negocios, pero no tuvo capacidad de implantación. Y su idea quedó olvidada en 12 páginas a todo color. En una publicación de la que hoy sólo queda un ejemplar.

Por eso hoy reivindico su genialidad y expongo su idea ante la millones de posibles miradas. Él jamás se lo habría podido imaginar. Pero seguro le hubiera encantado la idea.

Es hacer un poco realidad su sueño fracasado.

martes, 14 de noviembre de 2006

Observaciones desde la India (II)

I

El hombre que determina la política económica de 1.100 millones de personas de nuestro planeta se dirige a nosotros. El Ministro de Finanzas de la India es un hombre de discurso pausado y claro.

Las reformas y el proceso de liberalización de los mercados en la India se iniciaron en 1991, y desde entonces, de forma lenta pero inexorable están sacando a millones de personas de la pobreza.

Pero queda mucho por hacer. Por ello se abre el debate sobre la velocidad de las reformas.

Sin embargo, la India quiere seguir siendo una democracia. En un país con 24 estados, 17 lenguas y siete religiones el consenso es difícil, pero se consigue a base de hacer más lento el proceso. Están dispuestos a hacer el sacrificio. La coalición gobernante la forman 24 partidos diferentes.

Ante una pregunta capciosa el Ministro no duda. "Prefiero hacer una autopista un kilómetro más larga si es necesario para preservar las tumbas de los ancestros de un pueblo por el que tiene que pasar la construcción".

Arranca una ovación. El proceso de reforma y de progreso en la India es moderado pero está vivo y tiene el talante de perpetuarse, porque es consensuado.

II

La amistad es un proceso vivo. Y como una reforma económica, no es algo que es o no es. La amistad tiene grados de intensidad.

Son comunes diferentes varas de medir cuan profunda es una amistad. La entrega, la generosidad, el anteponer los intereses de un amigo a los propios, incluso el grado de confianza.

Para mí, las grandes amistades son aquellas en las que puedes decir al otro todo lo que piensas, aunque a veces duela. La amistad verdadera a veces escuece. Y, cuando es herida, no se cura con el agua oxigenada de las mentiras piadosas. Sino con el alcohol de 96 grados de coger el toro por los cuernos.

Las buenas amistades se miden también por lo sonoras que son. Su intensidad suele ser proporcional a los decibelios de las risas de los buenos momentos.

III

No es de la capital. Viene del norte, y eso le imprime carácter. Un poco bruto a veces. Como un niño grande. Pero tiene lo fundamental: unos sólidos valores que anclan su barco evitando que escore cuando la mar viene revuelta. Y un gran corazón.

Precisamente eso, lo fundamental, lo hace un gran amigo. Dedica tiempo, aporta sabios consejos. Convierte la amistad en un foro de enriquecimiento mutuo. Las mentiras piadosas están abandonadas en el baúl de los recuerdos y los decibelios andan desbocados y aliados con la complicidad que nos une.

"No te pongas nervioso, no te tenses" le digo en medio de un pequeño tumulto en Delhi. Él parece tranquilo, pero yo sé que no lo está.
"Cuánto me conoces" me contesta

El niño grande se deja conocer. Ayuda y se deja ayudar.

IV

No quiero amistades explosivas. No quiero grandes aspavientos. Quiero amistades vivas y de avance inexorable, como las reformas de la India.

Quiero con el alma a mi amigo de San Sebastián.

martes, 7 de noviembre de 2006

Observaciones desde la India (I)

Yo ya me refiero a ella directamente por su denominación abreviada.

La contundente realidad física de una ciudad que parece caerse a cachos se alía con la comodidad de un nombre más corto. Nueva Delhi está perdiendo la primera parte de su denominación.

Voy a contar muchas cosas sobre lo que estoy aprendiendo y viendo en este viaje: India es un lugar que deja huella. Esta es la primera de ellas.

El camino entre Delhi y Agra, la ciudad del Taj Mahal, se extiende a lo largo de 200 km. Recorrerlo es una aventura de casi 4 horas si se tiene suerte con el tráfico.

Keke es mi conductor. Es un chófer del Alto Comisionado británico en Delhi, no ha tenido ni un sólo accidente en los 26 años que lleva de profesión al volante y es, además, una persona de bien que responde cándidamente a mis preguntas.

- ¿Por qué no te paras en los semáforos en rojo?
- Señor, si me paro en algunos de ellos, creo un problema de tráfico porque confundo al resto de los conductores. Algunos semáforos ya sólo están rojos o verdes de forma permanente.

Las líneas pintadas sobre el asfalto de calles y carreteras también están agotadas. Nadie les hace caso. Son lo de menos. En la autopista de dos carriles circulan a veces 4 vehículos en paralelo con total normalidad. En ocasiones, el desprecio por la señalización va más allá y te encuentras un tractor o un carro tirado por camellos en contradirección circulando por el carril rápido. El Ministerio responsable de las carreteras indias avisa de forma desesperada en los carteles "Lane driving is safe driving". No importa. Es inútil. En India, la excepción a veces parece la regla.

Un día mi corazón decidió ir en contradirección. No respetar las normas de circulación. Las líneas marcadas en el asfalto de mi camino se evaporaron y los semáforos se quedaron inmóviles en el verde. Me indicaban que no me parase, que podía y debía seguir. Y me metí en las calles de la ciudad en las que el tráfico que te rodea es lo de menos y en las que no debes confundir al prójimo siguiendo las reglas establecidas.

Mi vida pasó de la regla a la excepción.

Por eso me gusta tanto este país.