domingo, 30 de diciembre de 2007

La previsión del tiempo (de ayer)

Una de las indudables atracciones cuando visitas una capital de provincia (cosa que a mí me sucede mucho al haber nacido en una de ellas) lo constituye el placer de poder repasar la prensa local. El periodismo de provincias no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados cuando leemos El País o El Mundo. Y no hablo sólo del contenido de las noticias (obviamente enfocado en los temas de ámbito local). Es también el estilo, la forma de comunicar.

Hoy me he regocijado con la página de metereología, buscando como alma en pena alguna buena nueva con respecto a la densa niebla que estos días nos azota.

He leído primero la previsión para hoy (mi gozo en un pozo: este humo blanco no se va). Agónico, he bajado al pie de la página a buscar una esperanza en la previsión para los siguientes días. Pero la sección la encabeza un título inesperado: “El tiempo de ayer”.

¿Habrá alguna clave en la climatología de ayer que nos permita descifrar los secretos del tiempo la semana que viene?

El ayer sólo merece la pena si nos es útil para el hoy o para el mañana. Los malos recuerdos que no sean lecciones para gestionar mejor el presente van a la papelera. Los buenos, se filtran de forma adecuada y se muestran en la pantalla cuando queremos alegrarnos. Y punto.

Son las ventajas de la memoria selectiva.

martes, 18 de diciembre de 2007

Órganos vitales

El ser humano del género masculino presenta una amplia batería de recursos que nos facilitan el raciocinio, que nos permiten dilucidar qué hacer y cómo reaccionar ante las más variadas situaciones y que hacen posible que tomemos decisiones.

Se trata de un conjunto de órganos de los que disponemos, a saber: el cerebro (popularmente llamado coco: interviene en momentos en los que la lógica y el análisis deben imperar), el estómago (nos permite tomar decisiones guiados por la intuición), el corazón (para solventar esas dudillas en las que el sentimiento es lo primero) y –con perdón- el pito (guía indiscutible en muchos otros momentos de nuestras vidas)

Normalmente estos órganos tienden a formar un conjunto armónico, en el que se complementan entre ellos y se turnan en su protagonismo según sea la decisión a tomar. Que el asunto es de negocios pero no hay información fiable, pues nada, el estómago saca pecho y decides por intuición. Que resulta que estás completamente enamorado, pues qué se le va a hacer: apuestas por la relación y compras ese anillazo a pesar de que los números de la cuenta corriente que maneja tu cerebro te indiquen que el descubierto está cerca. Y así todos los días.

El problema surge cuando te enfrentas a una situación en la que dos de los órganos no se ponen de acuerdo sobre quién es el encargado de tomar la decisión. Ahí la hemos jodido, sí señor. Y la probabilidad de cagarla se dispara.

Pero es lo que hay. Hay que jugársela.

Es la salsa de la vida.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Planteamientos inverosímiles

Un amigo mío utiliza un recurso inusual para animar conversaciones y, supuestamente, también para azuzar el intelecto: plantea circunstancias imposibles y pregunta a los contertulios qué sucedería si sucediese tal situación. Busca siempre escuchar segundas y terceras derivadas como reacción a sus preguntas y critica las obviedades de primer nivel. La verdad es que el ejercicio es, en ocasiones, bastante estimulante.

Le he oido realizar preguntas como: ¿qué sucedería si desapareciese el dolor? o ¿qué consecuencias traería la invención, económicamente viable, de una máquina de tele transporte?

Hay que decir que la parroquia suele decantarse, después de un buen rato de animada discusión, por escenarios resultantes bastante apocalípticos, lo cual dice mucho de nuestro espíritu a menudo injustificadamente pesimista.

Hoy yo me estaba planteando una de estas preguntas.

¿Qué sucedería si, de repente, la raza humana quedara dotada de un mecanismo por el cuál, ineludiblemente, una alarma visible a todo el entorno sonara cada vez que uno no dice la verdad? ¿A dónde iríamos a parar si naciesemos con un infalible polígrafo de serie instalado en nuestra expresión?

Probablemente los odios resultantes a la exposición en público de la verdad que se esconde tras la mentira acabarían provocando una debacle. Caerían gobernantes, muchas religiones quedarían en entredicho, cúpulas enteras de empresas y organizaciones serían destronadas. Los engañados provocarían revoluciones. Los contertulios tradicionalmente pesimistas concluirían sin dudar: hecatombe nuclear.

Otros seríamos más optimistas. Hasta el momento en que la bomba de hidrógeno nos desintegrase, viviríamos más tranquilos.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Omisión de Ernesto Zedillo en Miami

Hace una semana asistí en Miami a un encuentro con Ernesto Zedillo, ex presidente de México (para situarnos, el predecesor de Vicente Fox).

La charla iba sobre Látinoamérica y en ella el ex presidente (que no presidente como insistentemente se refirieron a él muchos de los presentes) hizo un diagnóstico del por qué del retraso estructural de América Latina como región emergente frente a las veloces economías de Asia.

Su discurso se centró en una razón fundamental: la debilidad de la imposisición de la Ley (Zedillo utilizó la expresión en inglés "Rule of Law), algo que provoca, entre otros efectos, corrupción (en muchos casos impune) e inseguridad jurídica, factores explicativos ambos del progreso mucho más lento de la región comparado con el de otros "competidores emergentes".

Sin dejar de estar de acuerdo con este razonamiento, creo que es muy parcial y poco exhaustivo. Sin ir más lejos creo que Zedillo omitió un área fundamental, que explica gran parte del por qué América Latina renquea y China, India (o anteriormente países como Corea del Sur) despuntan. Ése área fundamental es la educación, la tantas veces olvidada por su escaso rédito político en el corto plazo y que, sin embargo, es uno de los pilares fundamentales del progreso de una sociedad.

Decepcionante. Zedillo gobernó durante 6 años a más de 100 millones de personas.

Prelectura para vuestro viaje a Nueva York

Ayer hablábamos de Nueva York.

Comentábamos qué hay que hacer cuando se visita esa ciudad.

Pero es que Nueva York no es una. Es muchas ciudades en una. Muchos lugares comprimidos en una isla y sus alrededores. Nueva York evoluciona rápido y siempre. Cada día hay un pedazo de nuevo Nueva York.

Nueva York no se deja enlatar. Porque es imposible empaquetar algo tan masivo y caótico. Nueva York es la antítesis de Praga. Un opuesto radical como producto turístico.

Por eso es tan difícil guiar por sus calles y por su vida. Por eso es imposible comprenderla entera.

Ayer hablábamos de Nueva York y yo recordé este párrafo de un artículo que leí hace unos días. El autor (Mikel Urmeneta, fundador de la firma de camisetas Kukuxumuxu) comparaba en estas líneas dos de sus lugares favoritos, dos "destinos acojonantes" como él los describe.

"París es azul plomo y Nueva York es gris hojalata. París se ilumina y Nueva York brilla. París es ancha y Nueva York es alta. París es limpia y Nueva York es sucia. París es escaparate, Nueva York es videojuego. París es delicatessen, Nueva York es deli. París es duquesa, Nueva York es cajera de supermercardo. París se arregla, Nueva York se recicla. París es Ciudad, Nueva York es País. París es perfecta y Nueva York no."

Nueva York es como somos nosotros.

Que lo disfrutéis