Hay ciudades contundentes y bellas a primera vista, que impactan y enamoran de inmediato. Hay ciudades de una sola dimensión, que son fáciles de comprender.
Lisboa no es ninguna de ellas.
Lisboa se bebe tacita a tacita. Se saborea con el tiempo porque cada sorbo se nota diferente. Cada día tiene un matiz especial o un rincón nuevo en el que no habías reparado antes.
Yo he aprendido a querer a Lisboa con los años. Como debe ser.

La versatilidad de Lisboa tal como se aprecia
desde las ventanas de la Rua das Chagas
Postdata: si alguien quiere versión electrónica full del Estambul de este súper collage que me lo diga y lo envio. Tiene la particularidad de haber sido elaborado artesanalemente por un servidor a las 7 de la mañana de hoy y a 10.000 metros de altura rumbo a la desembocadura del Tajo.
2 comentarios:
Ya sabes que a mi me impactaron sus tejados, sus colores, y esa sensación de no tener fin. No me importaría volver, por ella, y por lo que ella es para mí.
Como te decía por email, yo fui de las que me enarmoré de Lisboa a primera vista: la primera vez que la visité durante unas vacaciones veraniegas, hace 6 años. Desde el primer día tuve una corazonada y pensé "que ciudad tan bonita; algo me unirá a esta ciudad algún día" Y ahora, ya ves, viviendo aquí desde hace casi un año :) ¿casualidad?
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