Hoy me he regocijado con la página de metereología, buscando como alma en pena alguna buena nueva con respecto a la densa niebla que estos días nos azota.
He leído primero la previsión para hoy (mi gozo en un pozo: este humo blanco no se va). Agónico, he bajado al pie de la página a buscar una esperanza en la previsión para los siguientes días. Pero la sección la encabeza un título inesperado: “El tiempo de ayer”.

¿Habrá alguna clave en la climatología de ayer que nos permita descifrar los secretos del tiempo la semana que viene?
El ayer sólo merece la pena si nos es útil para el hoy o para el mañana. Los malos recuerdos que no sean lecciones para gestionar mejor el presente van a la papelera. Los buenos, se filtran de forma adecuada y se muestran en la pantalla cuando queremos alegrarnos. Y punto.
Son las ventajas de la memoria selectiva.