viernes, 11 de enero de 2008

Sobre la suerte y sobre Mari Puri

Estas navidades recibí en el despacho un regalo curioso. Una vistosa caja roja que escondía en su interior un simple dado. Dentro del paquete había también una nota. “Tú sabes como nosotros que, a menudo, no es suficiente con tener suerte”, decía entre otras cosas.

Empecé a jugar con el dado. Sólo salía el 6.

Lo siguiente que hice fue regalar el dado a los niños. Se lo di una tarde en la que merendábamos en el VIPS y me dispuse a ver su reacción. Por turnos empezaron a lanzarlo observando con curiosidad el efecto mágico de aquél simple dado. Un 6, otro 6. 6 todo el rato.

No tardó ni cinco minutos en ocurrir. A partir de ese momento, la diversión era otra. El juego consistía en ver quién era capaz de tirar el dado de forma y manera que se lograse vencer al trucaje y sacar un número distinto al 6. Cada vez que aparecía un 5 o un 4 se desataba la algarabía y nos convertíamos en el centro de atención de la sala.

En ese momento, yo pensé en la naturaleza del ser humano. Incluso cuando parece que tenemos suerte, que todo nos va bien, por unas razones o por otras, buscamos un cambio. Parece que tengamos la tendencia natural a provocar que las cosas se tuerzan.

Al hilo de esta reflexión no puedo evitar copiar aquí un texto que cuando lo leí me pareció magistral. Es un post de Paloma en su blog Insectopía. Me parece una disquisición brillante sobre un comportamiento habitual del género humano (y no sólo, Paloma, de los que no “están sanos mentalmente”). Su lectura merece la pena.

Dice así:

"Mejor

Cuando todo va bien, la gente normal, y con “normal” me refiero a sana mentalmente, disfruta de ello. Se regocijan en sus fantásticas vidas, y lo muestran sin ton ni son. Los que no somos sanos mentalmente podemos desarrollar varias facetas distintas:

1- No me doy cuenta de lo maravillosa que es mi vida porque lo único en lo que suelo reparar es en los aspectos negativos. Ahora que tengo un buen trabajo, que tengo una pareja con la que hago algo más que vivir una relación de dependencia emocional basada en el maltrato psicológico, que disfruto de unos amigos para los que soy importante, que llego bien a fin de mes, que en mi familia no hay ninguna enfermedad grave y que todavía no me he enterado de ninguna subida del ipc, ahora, no pienso en todos esos aspectos porque supondría asumir que estoy bien, que soy feliz.

2- Ahora estoy bien, pero seguro que no durará mucho. Tarde o temprano todo volverá a ser como antes. Y no es una cuestión de azar. Es cosa mía, porque habitualmente la cago. Pronto se me acabará este contrato de obra y servicio que tengo o me echarán del trabajo porque con esta memoria de la que hago gala se me olvidará algo muy importante. Tan importante como el nombre de mi pareja y algún día en la cama gritaré un nombre que no es el suyo y eso supondrá un antes y un después, sobre todo cuando me presente a su familia, y descubran que soy una mamarracha y le den un ultimátum acerca de lo nuestro. O llegará el día en que un amigo me necesite para algo muy importante y no esté ahí porque estaré trabajando explotada en un burger king, que es el único empleo que encontraré después de que me echarán por olvidarme de algo que ni siquiera ha tenido lugar.

3- No me lo merezco. Este estallido de felicidad que me rodea debería tener otra destinataria. No soy quien para que los astros se hayan conjurado tan a mi favor. Mi amiga Mari Puri se lo merece más que yo, porque lleva años intentando tener una vida feliz y normal y no lo consigue. Mari Puri, estoy contigo. Mari Puri, te cedo mi felicidad porque en realidad envidio tu amargura. La vida es muy aburrida cuando uno no tiene de qué quejarse. Mari Puri, ¿qué haces levantando esa sartén hacia mi cabeza? Y vuelta al caso 2.

4- Derivado del caso 3. Todo va tan bien que me aburro. Soy gilipollas. Cualquiera daría saltos de alegría y tiraría confeti por el balcón. Pero yo no. Yo me siento en el sofá a pensar qué va mal o qué podría ir peor en un breve espacio de tiempo, y esa es mi única diversión, con lo cual, me aburro. No tengo que luchar por ser feliz, porque lo soy, así que enarbolo la bandera del “contra Franco vivíamos mejor” y pienso para mí “contra la depresión y la ansiedad vivía mejor”. Oops, lo he dicho en voz alta, y Mari Puri lo ha oído. Tengo que dejar de escribir ya que me persigue con un martillo.

5- ¡Oh dios mío, podría ir mejor! Todo puede ir a mejor, podría ganar más dinero, tener más tiempo de ocio, la libertad creativa que tanto ansío. Podría disfrutar más de los míos. Todo esto me consume de tal forma que no aguanto más tumbada en esta cama del hospital. Gracias Mari Puri por partirme las dos piernas. Sin saberlo, me has dado un motivo para ser de nuevo infeliz."



Y es que todos queremos tener en un momento dado a una Mari Puri en nuestra vida

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jo, qué cierto es esto. No había leído el post de Paloma, pero me ha encantado.
Oye, y una pregunta mucho menos metafísica y más física. ¿Qué tenía el dado para que siempre saliera 6? Más peso en un lado, ... estoy intrigado.
Un abrazote y gracias por tu saludo de bienvenida. óscar.